Nuestros nombres (E. Bunbury, 1993)
La banda de rock por excelencia que ha dado este páramo ibérico tiene un nombre épico y siempre vino arrastrada por la personalidad de quien nunca dejo de aspirar a monopolizar el panorama del SB hispano. Todo lo ha hecho bien, las que llama canciones urgentes (oldies pero actuales), el cabaret, la pose dramática, la réplica al tremebundismo rafaeliano (el de linares), y hasta asumir el liderazgo del producto más exportado por este país (yo tampoco me creo el éxito internacional de Mecano, como en su día advirtió el propio Bunbury).
Esta banda aragonesa -sólo la sangre rotunda del reino de las cuatro barras rojas puede dar riego a un motor tan poderoso- propició este remedo de los Grand Funk, arrimados a su estética rockera sin complejos y sostenidos por una voz engolada que nunca se dejaba mecer por esa carcasa de guitarras agudas aun en su expresión rítmica.
Nada más que decir. No hace falta inventarse nombres -como el personaje de Oscar Wilde- para tener un pretexto y escuchar sin complejos a estos viejos héroes. Y esto es lo que me propongo a hacer ahora mismo.
Qué extraño aprieta el deseo,
hoy qué lejano aparece el acuerdo,
a kilómetros, es tan inalcanzable...,
... esa mirada me encantaba.,
aún abriendo en canal el sueño,
voy con los ojos siempre abiertos.,
por aguantar, brindo en silencio.,
y no sabemos ni nuestros nombres,
no ignoramos nuestros excesos,
pero tu sola presencia me enferma,
y me vacía.,
con un grito de esperanza,
te digo adiós.,
y cada día le pregunta a su noche,
qué es lo que haría en su mismo disfraz,
asentir sin haber comprendido,
que aquellas manos me asediaban,
díme: ¿querrías tu pintar,
una casa con alas?.,
amanecer, unos guiños confusos.,
dar la vuelta con miedo a mirar atrás,
http://www.youtube.com/watch?v=RIha2pBGeoA
StakanovDj
Hasta mañana
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